Todo comienza cuando miles de otakus se meten a jugar un MMORPG con gráficos más realistas que tus excusas para no trabajar. El problema: el desarrollador del juego tenía más traumas que tú y decide encerrarlos a todos dentro del mundo virtual. ¿La condición para salir? Terminar el juego sin morir, porque si mueres… pum, tu cuerpo también se apaga como tu cerebro los lunes. Gracias, NerveGear.

En medio de ese caos aparece Kirito, el clásico prota que lo sabe todo, se cree especial (y lo es, lamentablemente) y empieza a repartir espadazos y a coleccionar waifus como si fueran Pokémon. Junto a la poderosa Asuna, se lanza a escalar el castillo digital matando bosses, salvando almas y metiéndose en dramas que solo podrían existir en un anime donde el amor florece a punta de espadazos y menús de inventario.